La Comunidad Del Rey / Howard A. Snyder


Precio : $ 17.000



Artículo Usado
Estado : Muy Bueno
Disponibilidad : 1
Género : Novelas
Idioma : Castellano




* presenta subrayados en aprox. la mitad y algunas anotaciones
2° edición 2005
326 páginas
Medidas :
14x20 cms.


SNYDER, HOWARD A.

Snyder, Howard A.
Nació el 9 de febrero en la República Dominicana, donde sus padres trabajan como misioneros. Estudió en Greenville College (Illinois, EE.UU., B.A., 1962), y en el Asbury Theological Seminary de Wilmore (Kentucky, B.D., 1966). En 1983 se doctoró en teología en la Universidad de Notre Dame, con una tesina sobre el Pietismo, los Hermanos Moravos y el Metodismo como movimientos de renovación.

Durante dos años fue pastor de la Iglesia Metodista Libre de Detroit (Michigan, 1966-68), a los que siguió un período de labor misionera en São Paulo (Brasil, 1968-75), como pastor, profesor y superintendente misionero. Fue decano del Seminario Metodista Libre de Sao Paulo, y enseño teología pastoral y sistemática.

De 1975 a 1980 fue director ejecutivo de Luz y Vida de los Hombres Internacional, perteneciente a la Iglesia de su denominación. Desarrolló un programa llamado “Decisión to Discipleship”, Decisión para Discipular. Asimismo fundó la Coalición Wesleyana Urbana de Chicago (Illinois).

Ha impartido clases de teología y renovación de la Iglesia en el North Park Tehological Seminary de Chicago y en el United Theological Seminary de Dayton (Ohio).

Fue uno de los principales oradores del Congreso Internacional de Evangelización de Lausanne (Suiza, 1974), y Lausanne II en Manila (Filipinas, 1989). Es miembro de la Sociedad Teológica Wesleyana, de la Sociedad Misionera Americana, de la Sociedad Americana de Historia de la Iglesia y presidente de la Federación Urbana de Metodistas Libres.

Teólogo evangélico, preocupado por la renovación de la Iglesia evangelización integral socio-espiritual, mediante la Iglesia: “La Iglesia —escribe— es el cuerpo de Cristo, la comunidad del Espíritu Santo, el pueblo de Dios. Es la comunidad del Rey y el agente en el mundo del plan de Dios para reconciliar todas las cosas” (La comunidad... p. 229).

Está casado y tiene cuatro hijos.                                      Tanto me gustó leer esta columna que la comparto con ustedes. Muchas veces he oído hablar de “el justo por la fe vivirá” de Romanos 1 de una forma que más parece “el justo por la fe no morirá”, a la vez como con una especie de alivio y de desapego de la realidad: “qué bueno que me salvé de todo lo malo, ahora sólo tengo que esperar irme al cielo”. Seguro que algunos de ustedes también. Pero en la visión de Pablo y Habacuc (en la visión biblico-profética del mundo y el futuro) tener fe no es simplemente creer en las cosas que “hay que creer” bajo pena de muerte, sino realmente vivir la vida plenamente comprometido/a con una visión del mundo y trabajando para que esa visión se haga realidad: el reino de Dios en la tierra como en el cielo. Howard Snyder es un destacado docente y teólogo, ex profesor del Tyndale Seminary, Canadá, y del Asbury Theological Seminary, EE.UU. Autor de numerosos libros, ha enseñado y pastoreado en São Paulo, Detroit y Chicago. Enlace original (en inglés) aquí.

El justo vivirá por la fe, ¿en qué?

por Howard Snyder
¡Descubrimiento! “El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17 RV60). Como todo el mundo sabe, Martín Lutero despertó espiritual y teológicamente cuando se dio cuenta de que la justificación vino por la fe, no por obras. Él tomó las palabras de Pablo: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17 RV60).
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¡Escribe la visi¿Dónde está esto “escrito”? En Habacuc 2: “El insolente no tiene el alma recta, pero el justo vivirá por su fe” (Habacuc 2:4 NVI).

Veamos este versículo en su contexto. Dios lo usó para llevar a Lutero a la plena confianza en la provisión de Dios por medio de Jesucristo, en lugar de sus propios esfuerzos, para descansar en la gracia de Dios. Esto es clave; el meollo de la cuestión.

En contexto, sin embargo, “el justo vivirá por la fe” tiene también un significado más amplio.

En el capítulo uno, Habacuc hace a Dios algunas preguntas difíciles. Luego dice: “estaré pendiente de lo que me diga, de su respuesta a mi reclamo”. Y Dios contesta: “Escribe la visión, y haz que resalte claramente en las tablillas, para que pueda leerse de corrido. Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse” (Habacuc 2:2-3).
Una “visión” para un “tiempo señalado” cuando Dios cumplirá sus propósitos redentores. ¿Cómo se accede ahora? ¡Por la fe! (Habacuc 2:4).
Siguiente pregunta: ¿Qué es esta visión? Dios responde explícitamente: “La tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14).

El Plan de Dios para la Historia (Habacuc 2)

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En medio de las plagas, los problemas y la violencia que Habacuc condena en el capítulo uno, Dios dice: te doy una visión más grande, a largo plazo, para “la hora señalada” (versículo 3). Es seguro y cierto. El “orgulloso” no va a verla, pero los justos la reclamarán por fe.
Dios primero traerá juicio sobre los opresores “por la sangre humana y la violencia hecha a la tierra, a la ciudad y a todos a todos los que habitan en ella” (versículo 8, que se repite en el versículo 17). Pero la hora viene cuando “la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”, una promesa que se encuentra también en el gran pasaje mesiánico, del reino-de-Dios, Isaías 11 (Isaías 11:9); sugerido también en Zacarías 14: 8-9.
Tres puntos clave aquí:
1. Dios tiene un plan para toda la historia en el cual juzgará el mal y traerá su reino de paz en plenitud.
2. Puede que no veamos evidencia de esto ahora, pero hemos de confiar plenamente en la promesa de Dios.
3. Habacuc debe vivir ahora en esta esperanza y promesa: vivir por la fe en las seguras promesas de Dios, y actuar en consecuencia.
¿Cómo responde Habacuc? En adoración: “Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra” (versículo 20). Luego hace una oración notable (capítulo tres). ¡Ahora vive por la fe!
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Habacuc no conoce por completo la promesa del Mesías, por supuesto. Él no puede prever cómo Dios hará funcionar su plan de salvación por medio de la encarnación, vida, muerte, resurrección y reinado permanente de Jesucristo.
Él no conoce el medio, pero sabe el final. Y eso es cierto, porque Dios lo dice. Se basa en la promesa del pacto de Dios.
Martín Lutero tenía razón, por supuesto, al decir que la justificación es por la fe en Jesucristo. Pero el significado completo de Habacuc 2 es que el pueblo de Dios debe vivir y actuar ahora por la fe en la totalidad de las promesas del reino de Dios. Más que la justificación personal está en juego.

Ahora vive por la fe

El justo vivirá por la fe. ¿La fe en qué? En las seguras promesas de Dios, hechas ahora reales para nosotros a través de Jesucristo por el Espíritu y la Palabra.
Vivir por fe significa vivir en la seguridad de que “la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”, en lugar de esperar un escape definitivo al cielo. Significa actuar por fe y en fidelidad para que esto suceda. Significa confiar plenamente en Jesucristo para nuestra salvación y hacer aquellas obras del reino de Dios, “las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
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La Biblia promete la reconciliación plena de los cielos y la tierra; la sanación de toda la creación. El Nuevo Testamento llama a esto “la renovación de todas las cosas” o “restauración universal” (Hechos 3:21, dependiendo de la versión); o la reconciliación de todas las cosas en la tierra y en el cielo por medio de Jesucristo (Colosenses 1:20). Este es el reino de Dios en plenitud; la tierra siendo “llena del conocimiento del Señor” (Isaías 11:9).
“Los que esperan en el Señor heredarán la tierra” (Salmos 37:9; cf. 37:112234). “Los justos heredarán la tierra, y vivirán en ella para siempre” (Salmos 37:29). No sorprende entonces que Jesús dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).

La fe trae esperanza y acción

El justo vive por la fe. No fe en la fe. No fe en nosotros mismos, o nuestras obras o devoción. No fe en la propia Biblia, como libro sagrado. No fe en la doctrina correcta. No fe en la cruz o cualquier otro objeto. El justo vive por la fe en las promesas fieles de Dios, hechas reales en nosotros a través de Jesucristo por el poder del Espíritu Santo.
Esto es lo que significa confiar en Jesucristo para nuestra salvación y la del mundo.
Si tenemos fe en Jesucristo, también tenemos la fe de Jesús de que Dios cumplirá todas sus promesas del reino. Así que estamos llamados a ser fieles a ese llamado y representar nuestra esperanza en formas que nos hagan fructíferos precisamente en el cumplimiento de esa esperanza. Esto lo vemos en Jesús mismo, tanto nuestro Salvador y nuestro ejemplo.
A la luz de la promesa de Dios a través de la fe, y nuestro compromiso de vivir esa fe, terminamos donde Habacuc lo hizo: “Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra” (Habacuc 2:20).
¿El justo vivirá por la fe en qué? En Jesucristo y en la promesa de Dios de que “la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”. En contexto, la fe aquí se refiere a “la visión”, que es explícitamente una visión del cumplimiento de los propósitos de Dios (2:14): el reino de Dios en plenitud.
Un recordatorio amable, entonces. Yo no vivo en la fe en Jesucristo solamente para la salvación personal centrada en mí. Yo vivo también por la fe en la promesa de Dios para la sanación de toda la creación.
Así que los seguidores de Jesús nos convertimos no sólo en creyentes para nuestra propia salvación, sino en obreros y “confiadores” en la venida plena del reino de Dios en la tierra.